Un moderador emérito, un kamikaze y un pusilánime, es el resumen que califico, como espectador, de un show político vendido como el combate del siglo. Ha tenido más de faranduleo que de ilustrativo. Lo mollar, lo que verdaderamente interesa a los españoles, nos hemos quedado sin saberlo. Hemos asistido a un navajeo intenso en materia de corrupción. Es cuando se ha dicho más verdad. Poca convicción y firmeza en el Presidente para rebatir las acusaciones del opositor que, por otra parte, ha estado en el límite de la corrección. Ambos han perdido su gran oportunidad. Para mí ha sido clarificador solo en un aspecto: Esta noche ya sé a quienes no tengo que votar.
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