Si la Navidad no propiciara el consumismo, y sí el consumo razonable. Si se frustraran las aviesas intenciones de los extremismos religiosos, si se bombardearan con agua los desiertos, con pan a los hambrientos, con razón a los obnubilados, con sentido común a los dirigentes y con generosidad a los poderosos. Si la tierra se tragara las letales armas que, so pretexto de luchar por nuestra seguridad, causan daños a inocentes y suscitan nuevos odios. Sidescendiera sobre nuestras cabezas el antídoto que nos librara del egoísmo, la avaricia, la envidia, la soberbia y las ansias de poder. Si llovieran sobre nuestros corazones sentimientos de solidaridad. Si rescatáramos la pérdida de fe en algunos valores éticos y/o religiosos. Si la esperanza se hiciera presente con enormes asideros, asequibles a los que solo les queda eso, la esperanza. Si así sucediera, nos acercaríamos al pensamiento de Sócrates, Platón o Tomás Moro, en definitiva, a la utopía y, en consecuencia, a la felicidad.
Bueno, pues este año, a todos mis amigos les deseo un trocito de utopía. Escoged la que más os satisfaga y que, a todos, os sirva de felicidad, de Feliz Navidad y de esperanza en 2016.
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