jueves, 17 de julio de 2014

CUESTION DE VISTA
En materia de economía solo pude digerir cuarto y mitad, como decimos por aquí; pero en cuanto a vista, no la física, que no ando muy mal, sino la intuitiva, creo que la vida ha sido generosa conmigo y me ha favorecido con los años suficientes para ayudarme a desarrollarla.
He aprendido a detectar alarmas rojas, cuando en apariencia hay bonanza. 
He aprendido a ver, detrás de una sonrisa de dentífrico publicitario, el incipiente nacimiento de unos colmillos para vampirizar.
He aprendido, y no olvido, que el que nace lechón muere gorrino.
He aprendido a convivir con los encantadores de serpientes y, por tanto, a convencerme de que la serpiente no se olvida que nació para hincar sus dientes y casi siempre se vuelve contra el encantador, aunque tarde para los encantados.
En los últimos días se han producido algunos acontecimientos que han encendido mis alarmas amarillas.
El relevo apresurado de una corona, a pique de un repique, contra la que se levantan voces discordantes, y que, tras una perfecta puesta en escena y un no menos perfecto discurso, me obliga a no pestañear ante un proceloso horizonte político del que me gustaría distinguir, sinceramente, si se trata de salvar el país o la corona.
La reforma fiscal anunciada a bombo y platillo, a base de títulos y rebajas para todos, requiere, para que lo entienda la ciudadanía, un detalle pormenorizado para cada uno de los sectores afectados, porque mi escaso conocimiento económico se enfrenta a la cuadratura del círculo, que no sé si es posible, pero mi vista de lince ha detectado, que el ministro de economía no se ha extraído los colmillos, pero sí ha agudizado la vista. Ya ve con claridad a una distancia de 15 o 16 meses un cartel que dice: “Elecciones generales”.
Y ahora una pregunta ingenua: ¿Los 30 millones de euros como premio por un nuevo éxito de la selección española, era una promesa para no cumplir porque se presumía el fiasco?; o si sonaba la flauta, ¿de dónde salían esos millones? ¿De la FIFA? ¿De los presupuestos del Estado? Sigo sin saber de economía, pero no me digan que es demagogia preguntar por el rendimiento que se le podría sacar a esos 30 millones de euros, dedicados, por ejemplo, a comedores infantiles y ayudas sociales desaparecidas de esta España en “feliz crecimiento”. (Para unos cuantos, claro)
¡Todavía me queda tanto por aprender!
Alberto Boutellier

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