de su autor”, que se situó entre dos movimientos artísticos, como el surrealismo y el expresionismo abstracto.
Somos muchos los que no comprendemos estas formas de expresión y, menos, el post-modernismo.
A veces el artista guarda en su sistema límbico situaciones, traumas o sensaciones, que no ha conseguido digerir, porque han anidado en sus propias entrañas y, con el tiempo, ha posibilitado el tránsito hacia el cerebro, donde reposan para siempre, hasta el momento en que es capaz de plasmarlo en algo real, que le libera de su angustia y, a veces, se sustancia en una gigantesca obra de arte, habiendo sorteado un tortuoso camino de corte casi kafkiano.
La Araña Maman, cuyo original mide más de nueve metros de alto y pesa más de 10.500 kgs., es, sin duda, la impresión de un niño que ve a los mayores enormes desde su corta estatura y, producto del miedo, se agigantan las figuras y sus entornos le intimidan.
La niñez de Louise fue tormentosa. Creció en el odio hacia su padre, que cometía adulterio con su institutriz y consentido por su madre. Se dice que ”las arañas que Bourgeois presenta como un homenaje a su madre, que era tejedora, ponen de manifiesto la duplicidad de la naturaleza de la maternidad: la madre es protectora y depredadora, al mismo tiempo. La araña utiliza la seda, tanto para fabricar el capullo como para cazar a su presa, así que la maternidad encarna fortaleza y fragilidad. Estas ambigüedades se ven intensamente reflejadas en esta Mamá gigantesca, que se sostiene ominosamente sobre unas patas, que semejan arcos góticos y que funcionan al mismo tiempo, como jaula y como guarida protectora de una bolsa llena de huevos, que se encuentran peligrosamente adheridos a su abdomen. La araña provoca pavor y miedo, pero su gran altura, sorprendentemente equilibrada sobre unas ligeras patas, transmite una vulnerabilidad casi conmovedora”.
Nunca una manifestación de expresionismo abstracto me había impresionado tanto.
Somos muchos los que no comprendemos estas formas de expresión y, menos, el post-modernismo.
A veces el artista guarda en su sistema límbico situaciones, traumas o sensaciones, que no ha conseguido digerir, porque han anidado en sus propias entrañas y, con el tiempo, ha posibilitado el tránsito hacia el cerebro, donde reposan para siempre, hasta el momento en que es capaz de plasmarlo en algo real, que le libera de su angustia y, a veces, se sustancia en una gigantesca obra de arte, habiendo sorteado un tortuoso camino de corte casi kafkiano.
La Araña Maman, cuyo original mide más de nueve metros de alto y pesa más de 10.500 kgs., es, sin duda, la impresión de un niño que ve a los mayores enormes desde su corta estatura y, producto del miedo, se agigantan las figuras y sus entornos le intimidan.
La niñez de Louise fue tormentosa. Creció en el odio hacia su padre, que cometía adulterio con su institutriz y consentido por su madre. Se dice que ”las arañas que Bourgeois presenta como un homenaje a su madre, que era tejedora, ponen de manifiesto la duplicidad de la naturaleza de la maternidad: la madre es protectora y depredadora, al mismo tiempo. La araña utiliza la seda, tanto para fabricar el capullo como para cazar a su presa, así que la maternidad encarna fortaleza y fragilidad. Estas ambigüedades se ven intensamente reflejadas en esta Mamá gigantesca, que se sostiene ominosamente sobre unas patas, que semejan arcos góticos y que funcionan al mismo tiempo, como jaula y como guarida protectora de una bolsa llena de huevos, que se encuentran peligrosamente adheridos a su abdomen. La araña provoca pavor y miedo, pero su gran altura, sorprendentemente equilibrada sobre unas ligeras patas, transmite una vulnerabilidad casi conmovedora”.
Nunca una manifestación de expresionismo abstracto me había impresionado tanto.
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