…Y SE FUE
Lo vi llegar
con pasos inseguros,
cansado,
hasta el refugio en su rincón,
lucía sus
mejores atavíos
raídos por
el tiempo.
Fundidos
tal vez
con lágrimas
de sangre y de lamentos.
Mirando sin
ver
el desfile
de anónimos extraños,
observa los
pies
de gentes
que caminan afanados
en
busca de sus metas y objetivos,
en
tanto que él,
perdida
para siempre la esperanza,
acepta
resignado su destino
y sueña con
colores… y con nubes
que abrevien
su dolor y le liberen,
partiendo,
sin apenas hacer ruido.
redimido, ¡adiós,
mi triste sino!
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