DESBROCE, DESCONEJE Y FUMIGACIÓN
Tres palabras que he oído pronunciar por separado a tres amigos: DESBROCE, a un magnífico fotógrafo. DESCONEJE, a un prestigioso abogado y FUMIGACIÓN, a una avispada e inteligente periodista. Las he unido entre sí, y me han dado el título del artículo que merece hoy mi comentario, sobre la terapia que necesita nuestro país, antes llamado España.
Nuestro país es una maraña de una opacidad tal, que no nos permite ver el horizonte y, en consecuencia, el futuro. Está pues necesitada de un DESBROCE, que deje el camino expedito para transitar ordenadamente en condiciones de igualdad, donde desaparezca el enchufismo (nepotismo), donde deje de primar el proteccionismo sobre la banca y los grandes monopolios en favor del tejido industrial generador de empleo estable y, fundamentalmente, del sufrido ciudadano. Basta ya de amiguetes mientras nuestros jóvenes universitarios y graduados tienen que emigrar a hacer la vendimia en Francia y ganar unos eurillos, porque los puestos que podían ocupar, están secuestrados por ineptos agraciados por amistad o parentesco político.
El DESCONEJE, es una expresión utilizada en los cotos de caza cuando hay exceso de población de conejos, y se hace preciso un control para evitar su proliferación. Pues sí, sobre todo en numerosas empresas públicas, en las que viven felices directivos, secretarios y machacantes, donde se vegeta plácidamente. Aún me pregunto, por qué se recurre a empresas de vigilancia privadas a un elevadísimo coste, para ocupar puestos en portería de edificios públicos, mientras tres funcionarios están al frente de una fotocopiadora, prácticamente inactivos. Algún día habrá que investigar por las empresas de seguridad que viven de los organismos públicos y el coste de su servicio.
FUMIGACIÓN. Aligerar las cárceles de pequeños delincuentes robagallinas y hacer hueco para granujas, ladrones de cuello blanco, estafadores a la Hacienda Pública y a los ciudadanos, con el objetivo de que permanezcan encerrados, solo el tiempo justo, hasta que devuelvan lo afanado y, a continuación, un buen plan de fumigación para que las larvas (los hijos y los herederos políticos) no tengan tiempo de hacerse adultos y continuar la saga.
Tres palabras que he oído pronunciar por separado a tres amigos: DESBROCE, a un magnífico fotógrafo. DESCONEJE, a un prestigioso abogado y FUMIGACIÓN, a una avispada e inteligente periodista. Las he unido entre sí, y me han dado el título del artículo que merece hoy mi comentario, sobre la terapia que necesita nuestro país, antes llamado España.
Nuestro país es una maraña de una opacidad tal, que no nos permite ver el horizonte y, en consecuencia, el futuro. Está pues necesitada de un DESBROCE, que deje el camino expedito para transitar ordenadamente en condiciones de igualdad, donde desaparezca el enchufismo (nepotismo), donde deje de primar el proteccionismo sobre la banca y los grandes monopolios en favor del tejido industrial generador de empleo estable y, fundamentalmente, del sufrido ciudadano. Basta ya de amiguetes mientras nuestros jóvenes universitarios y graduados tienen que emigrar a hacer la vendimia en Francia y ganar unos eurillos, porque los puestos que podían ocupar, están secuestrados por ineptos agraciados por amistad o parentesco político.
El DESCONEJE, es una expresión utilizada en los cotos de caza cuando hay exceso de población de conejos, y se hace preciso un control para evitar su proliferación. Pues sí, sobre todo en numerosas empresas públicas, en las que viven felices directivos, secretarios y machacantes, donde se vegeta plácidamente. Aún me pregunto, por qué se recurre a empresas de vigilancia privadas a un elevadísimo coste, para ocupar puestos en portería de edificios públicos, mientras tres funcionarios están al frente de una fotocopiadora, prácticamente inactivos. Algún día habrá que investigar por las empresas de seguridad que viven de los organismos públicos y el coste de su servicio.
FUMIGACIÓN. Aligerar las cárceles de pequeños delincuentes robagallinas y hacer hueco para granujas, ladrones de cuello blanco, estafadores a la Hacienda Pública y a los ciudadanos, con el objetivo de que permanezcan encerrados, solo el tiempo justo, hasta que devuelvan lo afanado y, a continuación, un buen plan de fumigación para que las larvas (los hijos y los herederos políticos) no tengan tiempo de hacerse adultos y continuar la saga.
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