viernes, 18 de diciembre de 2015

SOLEDAD


Conozco y he conocido personas sumidas en la soledad y he sufrido por ellas. Es por eso, que siento la necesidad de reflexionar sobre este grave estado del alma desde mi posición como persona, y lejos de la valoración científica y las patologías, cuyo estudio está reservado a psiquiatras y psicólogos. Suscribo de ellos que “La soledad puede ser una experiencia bastante particular e individual en cada ser humano. Digamos que la soledad trae, inmediatamente a la conciencia, significados muchas veces aterradores para la vida del ser humano. Pensamos en la soledad y, con seguridad, evocamos dolorosamente situaciones que están relacionadas con abandono, aislamiento, destierro, encierro, melancolía, tristeza, pesar, terror o pérdida, dependiendo casi siempre de la orilla donde contemplemos ese mar”
Se sabe cuál es la causalidad de sentirse solo y debería existir el antídoto para evitar permanecer en ella. El esfuerzo que hacen los profesionales por liberar a los afectados de sus problemas mentales, tal vez, disminuiría su número resolviendo la antesala de la depresión, como es la soledad.
La soledad no es estar solo, es sentirse solo, apartado, y quizá, a causa del dolor, sea una búsqueda voluntaria, que puede resultar positiva hasta el momento en el que uno decide instalarse en ella. Cuando alguien se refugia en la soledad, si no existe una patología que precise de una ayuda técnica, debería utilizarla para hacerse preguntas que pueden responderse por sí mismo, a poco que se sea sincero con su propio aislamiento. 
Parece que cuando se busca una mano no se encuentran más que espaldas o manos interesadas o manos curiosas o manos falsas… Puede que se esté en un círculo muy limitado o quizá porque te haya abandonado la esperanza tras muchas frustraciones.
Decía Hemingway, “que vivir solo es como estar en una fiesta donde nadie te hace caso” y, sin embargo, causa extrañeza que un hombre triunfador, rodeado de gente y de éxitos, su trágico fin fuera el suicidio, al que a veces se llega tras no superar depresiones que derivan en soledad y, de ahí, a su desaparición prematura.
Juan Ramón Jiménez aseguraba que “en la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva”. Sólo está solo, el que quiere estarlo, porque la soledad es la convicción de que lo estás, y persuadido de que eres la única persona que sufre esa desgracia; sin duda esto suele suceder cuando se ha perdido la perspectiva y nos hemos enfundado en unas orejeras que miran en una sola dirección en la que no se atisba más que negrura. 
A veces la compañía puede ser la más triste de las soledades, porque además de la incomunicación, se ha renunciado a la libertad al permanecer encadenada a las formas, al qué dirán, a los hijos, al “ya para qué”, incluso hasta el cariño, sin duda, no correspondido.
El dolor precisa de la soledad para lamerse las heridas, y no parece aconsejable buscar compañía sin haberse analizado y conocer perfectamente la causa de las soledades, porque, en cualquier caso, es mejor la soledad que la compañía urgente por necesidad. 
Se dice que estar solo no es malo, estar en soledad, sí, porque la soledad es no tener a alguien con quien compartir tus ideas y sentimientos.
He seleccionado unas frases hechas, que como tales, tienen, tanto el valor teórico como tu decisión para llevarlas a la práctica:
“La soledad solo es aconsejable para balances espirituales y filtrar lo que nos sobra” “Cada vez que te sientas sólo, recuerda” “La soledad no es el silencio, es el reencuentro consigo mismo” “La soledad no es motivo de tristeza, es motivo de reflexión” “Siembra distancia y cosecharás olvido” ”Cuando te sientas sólo, cuando necesites hablar, no olvides nunca que alguien te va a escuchar”.
Y nadie mejor que Antonio Machado para hablarnos de soledad:
"y estoy solo en el patio silencioso.
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire
algún vagar de túnica ligera".

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